jueves, 23 de agosto de 2012

Capitulo 4: ''Emociones fuertes''.

     Tantas preguntas que hacer, tantas cosas que decir y lo primero que le dice a esa chica es, si se va a subir al metro en el metro. Suena estúpido si, muy estúpido.

- ¿Y ahora donde me meto?... ¿Cómo he podido preguntarle eso?... ¡Soy un imbécil! -eso es lo único que Daniel pensaba.
     
     La cabeza de Daniel maquinaba a mil por hora, pero delante solo estaba ella con una sonrisa esplendida. 

A Daniel se le paró el mundo cuando se dio cuenta de que iba a responderle.
- Pues de momento por aquí no navegan barcos, así que creo que si. Si, cogeré el metro.
La chica se río y Daniel sonrió también.
- Lo siento. Vaya pregunta mas tonta -se excusó.
- No pasa nada -dijo riendo-. Me llamo Alice.

Daniel se quedo callado. No escuchaba, solo miraba la boca de esa chica. Había algo extraño entre ellos dos. 

- ¿Te ha comido la lengua el gato? Yo me llamo Alice, ¿y tú?
- Daniel, yo me llamo Daniel, si Daniel. Bueno, Dan, mis amigos me llaman Dan.

Estaba nervioso, pero ¿por qué? Si el siempre había sido un completo ligón.
Extendió la mano para dársela, pero le dio la impresión de que el hombre que tenia a un lado suyo con una gran cámara filmadora les estaba enfocando a los dos. Pensaba girarse a mirar mejor después de darle la mano a Alice, pero ella le cogió fuerte la mano y lo tiro hacia ella plantándole un beso en cada mejilla y haciendo que se olvidase de todo. 

- ¿Y yo ya puedo llamarte Dan?
- Tú puedes llamarme como quieras.
En fin, así son los hombres, que con un beso se les puede someter.

- Seria un honor para mí –dijo Alice sonriendo-. ¿Soy la primera persona, nada mas conocernos, con ese privilegio?

Daniel estaba en otro mundo, otro mundo en el que solo se podía imaginar con esa chica.

- Daniel eh, ¿estas bien? Te noto un poco pálido.
- ¿Perdón? ¿Me decías algo? Estaba pensando -respondió Daniel completamente ido.
- ¿Pensando en que? o ¿en quien?  -dijo Alice entre risas-. Te preguntaba si yo era la primera chica a la que le dejabas el privilegio de llamarte Dan, ¿Dan era, verdad? Aunque, no se ¿nos conocemos de algo? Tu cara me resulta familiar.

Alice hablaba y hablaba mientras Daniel clavada su mirada en ella, le daba igual lo que le dijera, el solo quería que ese momento durase eternamente.

- No lo se, yo es la primera vez que te veo.

Daniel le mintió, le dijo que no la había visto nunca antes. Algo le decía que tenía que hacerlo. Casi no le salían las palabras. Daniel desvió el tema de la conversación.

- ¿Te diriges al centro?
- Si, ¿tu también? -preguntó Alice.
- Si. Tengo mi primera entrevista de trabajo, aquí en New York.  Llegue anoche de California y la verdad que no se como saldrá todo. 

Daniel había acabado de hablar, pero Alice no contestaba. Se giró y vio que ella lo miraba sonriendo.

- ... ¿Pasa algo? ¿Tengo algo en la cara? -preguntó Daniel deseando no tener nada en la cara que le pudiese causar esa sonrisa a Alice.

En realidad, aquella chica siempre estaba sonriendo, y eso a Daniel, directamente, le enamoraba.

- Nada... solo que…

Llego el metro y se subieron rápidamente. Daniel deseaba oír lo que ella pensaba decirle, pero cambio rápido de tema.
- Así que una entrevista eh. Aquí en New York. Vaya tienes suerte, mucha suerte -dijo Alice.
- Pues la verdad que no se como impresionarles, no se ni que decir, ni que hacer, en fin, no se nada. -respondió Daniel con preocupación-. Estoy un poco pez.
- Tranquilo, aquí cuanto mas informal seas, mejor -le animo Alice sonriendo-. Improvisar es lo mejor que puedes hacer.
     
     Cada palabra que decía Alice la hacia mas perfecta, o eso o es que se estaba colocando con el humo de un canuto de marihuana que se fumaba a escondidas un joven con rastas a escasos metros de ellos.

- No te preocupes yo te acompañaré, al fin y al cabo, no tengo que hacer nada hasta la tarde -se ofreció Alice.

A Daniel le dio un vuelco el corazón, pero no pudo evitar preguntarle que hacia despierta a esas horas tan tempranas.
- Me gusta caminar y sentir el ambiente de la ciudad, para despejarme más que nada.
Esa fue la respuesta de Alice, un poco forzada, pero daba igual.
     
     Daniel estaba a punto de pedirle su número de teléfono cuando el tren paro.
- Llegamos -dijo Alice. 

     Daniel espero a que saliese el hombre de la cámara que había visto antes en el andén y después invito a Alice a bajarse del transporte primero, como todo un caballero. El solo quería causarle la mejor impresión.
     
     Al salir de la estación se toparon de frente con el edificio, donde Daniel daría su primera entrevista. Era un edificio tan grande que le hizo sentir como una hormiga.
- ¡A por ellos! -le animo Alice riendo-. Pero antes deja que haga una cosa.
Le rodeo con los brazos y le quito la americana y la corbata, le desabrocho un par de botones y le despeinó.

- Ahora si. Perfecto. ¡Machácales! –continuo Alice.

Su perfume penetro de lleno en el olfato de Daniel, que casi lo hace tambalear.
- ¿Que haces? –preguntó Daniel bastante desconcertado.
- Ya te dije que aquí cuanto mas informal seas, mucho mejor. Tu hazme caso, se de lo que hablo. Sube, demuéstrales de lo que estas hecho y gánatelos. Yo me quedo aquí, esperándote con tus cosas.

Daniel estaba confuso. Esa chica era una caja de sorpresas.
- Estas completamente loca, ¿y si no me aceptan? 
- ¿Confías en mi?
Daniel no contesto.
- Si no te aceptan, entraré allí y montare tal escandalo que saldremos en el ''New York Times''.
Los dos rieron y Alice le dijo un poco más seria:
- Se tu mismo. Es la mejor arma de la que todos disponemos, nunca falla. Eso es lo único que necesitas.

Alice se acercó a Daniel, él estaba temblando, cogió su cuello con una mano, y le susurro al oído:
- Todo saldrá bien, Dan.

Daniel sintió un cosquilleo en la tripa, algo que no había sentido nunca. Sonrió y comenzó a andar hacia el edificio. Alice le había dejado tan nervioso que se dio un tropezón con las escaleras.

     Si, ella estaba loca, pero a Daniel ella le volvía más loco aún. Esa chica era increíble, le hacia sentirse mas colocado que el tío fumata del metro. 
Ella le causaba ese efecto, algo parecido a lo que se mete la peña hoy en día. Se podría decir que se había enganchado a esa chica.


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